EL MOTEL DONDE SUEÑAN LAS ESTRELLAS ROTAS
En esta serie, el mundo se pliega como un escenario de papel recortado donde lo sagrado y lo banal se abrazan sin pudor. Zia el pequeño Bichón maltés —luminoso, casi celestial— se convierte en un guía simbólico dentro de un paisaje pop-retro, un territorio confeccionado con flores intensas, formas abstractas y un cielo azul tan vivo que parece recién arrancado de una postal antigua. Texturas vintage que revelan la huella del collage: bordes imperfectos, superposiciones caprichosas y colores que vibran con la nostalgia de lo glamuroso.
El motel abandonado del desierto, iluminado por neones que se resisten a morir, funciona como un templo profano donde aparecen figuras andróginas resplandecientes. Sus poses, teatrales y casi religiosas, convierten la escena en un ritual visual de excesos y contradicciones. Angeles observando entre lo kitsch y lo divino, y el medio de automoción retro añade la sensación de un viaje perpetuo hacia ninguna parte.
El motel abandonado del desierto, iluminado por neones que se resisten a morir, funciona como un templo profano donde aparecen figuras andróginas resplandecientes. Sus poses, teatrales y casi religiosas, convierten la escena en un ritual visual de excesos y contradicciones. Angeles observando entre lo kitsch y lo divino, y el medio de automoción retro añade la sensación de un viaje perpetuo hacia ninguna parte.
Bustos emergen entre los recortes, la pintura que gotea como un llanto estético, y destellos metálicos puntean cada superficie, reforzando una iluminación cinematográfica. Todo se mueve en una composición hiperdetallada y vibrante, donde el caos parece danzar coreografiado: cada elemento en tensión, cada símbolo en diálogo, cada color empujando al siguiente.
El resultado es un universo exuberante y poético, una declaración visual sobre la identidad, la memoria cultural y el artificio, donde lo retro, lo sagrado y lo surrealista convergen en un instante eterno de puro espectáculo.















